Salario mínimo: el escenario más difícil

l Gobierno y la Central Unitaria de Trabajadores ya han iniciado la negociación para definir el nuevo sueldo mínimo, que hoy asciende a 320 mil 500 pesos y rige hasta el 1 de septiembre. El escenario difícilmente podría ser más complejo para esta discusión —en medio de una pandemia que tiene virtualmente paralizada a amplios sectores de la economía—, pero por eso mismo se requiere de todos los actores una cuota especial de realismo, generosidad y sentido de la responsabilidad con el país y sus trabajadores.

Por un lado, éstos han visto desplomarse sus ingresos en los últimos meses de crisis social y emergencia sanitaria, con una pérdida de puestos de trabajo que ya se acerca a los dos millones. Su necesidad de que la economía se reactive es cruda y urgente. Por otra parte, el Fisco y muchas empresas también se encuentran al límite de sus posibilidades, tanto por una histórica contracción de la economía como por el costo de un paquete de ayuda fiscal también histórico.

Lo anterior, sumado a las sombrías proyecciones económicas para el corto y mediano plazo, sugiere que el reajuste del salario mínimo tiene un margen de prudencia muy acotado, y que probablemente lo mejor sea alinearlo al aumento de la inflación (2% previsto a diciembre), como plantearon ayer expertos consultados por este diario. Algo que no es incompatible con mantener aquellas medidas de emergencia que suplementan el ingreso de las familias e esta pandemia.

Un alza imprudente del salario mínimo no sólo no aliviaría las duras circunstancias por las que atraviesan hoy millones de trabajadores y sus familias, sino que —por sus repercusiones en la economía y el mercado del trabajo— arriesgaría empeorarlas. La mejor vía para ayudarlos a superar esta crisis es el progresivo retorno a la producción y al trabajo en condiciones de seguridad. La defensa efectiva de los intereses de los trabajadores debe empezar desde un sobrio diagnóstico de la realidad.